Un diamante refulgente que ilumina parajes, poniendo a la luz las tinieblas.
Pulido en el tiempo, que se engrandece en los instantes de caída.
Registrado en el amanecer con límpidas gotas de rocío.
Exuberante por sus especiales formas, capaz de alumbrar hasta los días grises.
Sobrecogedor por ser único, amparado por las leyes del universo.
Capaz de superar la montaña mas ardua, la tempestad mas grande y seguir sonriendo.

Un bello pensamiento escondido en la tierra late tan fuerte, que derriba fronteras y remueve los campos.
A veces puede ser tan sencillo, aquello, que empuja con redobles en el corazón.
Amando el instante efímero, translúcido y lleno de estrellas.
Como cuando se funde el chocolate, el amor nace y renace heroico, como sólo es él.

Zozobras en las olas, pero en su devenir encuentras la sal que te anima a seguir.
Sal de vida que escuece y enseña los secretos, que poco a poco despliegas.
Triunfa el mar profundo, que embarga hasta los ojos vidriosos.
Las rocas de la escena admiran tu entereza, porque de tanto chocar encontraste el sumidero.
Ese donde se hallan las sales, las algas y tus preciosas piedras.

Las alambradas que rodean al corazón se rompen con amor.
Transformando la vida en el canto intenso de la pasión, que hila mínimos detalles.
Cabalgan veloces, unos corceles que son los cabeceos de la razón, para romper fronteras que separan los bellos pasajes de los sueños.
Creciendo con intensos colores están los diálogos, que te adulan y embargan pero debes discernir.
Clamando verdades atraes lo verdadero y las vanidades ajadas pierden.
Tiemblan los pilares, pero del fondo nacerán las recompensas que son pequeños granos de arena, tan importantes como los inmensos rayos de luz del sol.

Impresionantes las rúbricas que acontecen cada día recordándote, que es fugaz el momento.
Germinan las mas especiales flores, cuando el segundo besa, cuando la gota cae para desbordar al vaso.
Se hilan los entresijos de la madeja de tu corazón, que de pequeñito pasa a gigante.
Llegando a todos los rincones, amando atardeceres que cierran días, donde se aprende de la magia de un trino del pájaro mas común, encaramado en un árbol.
En su copa le canta a la vida zascandila, que crece inmensa en derredor.

Comprometidos los márgenes del mar, que remueve con sus olas un mágico despertar.
Las ensoñaciones se cumplen llenas de sal y arena con estrellas de mar, en la playa de los sueños, voceados a gritos en la orilla.
Por fin el viento los escuchó y los hizo volar hasta el cielo, hasta las nubes, hasta la cumbre, donde se descubre la verdad.
Esa llana y cierta que te hace palpitar, que domina las batallas con su fidelidad.
El universo la saca a pasear, cuando se calman las intrigas y miras con ojos de niño, lo que ante ti está.

Despegas en el intento de enlazar en un ovillo la imaginación categórica que te envuelve.
Deseable y apetecible todo lo que cruza la barrera de la seguridad, absolutamente insegura que envuelve capas antiguas.
Crecen chorrerones de agua, que limpian las negras lagunas, los escombros de luchas pasadas.
Tal es la criba ejercida que de tanta luz, caen barreras, se rompen los goznes que te atormentan.
Y se cuelan nuevos espacios, nuevas sendas, donde andas y el universo te admira y a tus píes se sienta, esperando ordenes.
El alivio crece inmenso y refulgen en ti las estrellas.

Un esbozo que invade la selva de tus pensamientos, de las culebrinas que suben y bajan al pozo interno.
Donde en sus aguas tú eres lo más perfecto, al mirarte ves las estrellas que cruzan el cielo.
Se para el tiempo, solo existe esta hoja que cae lenta al suelo rozando inquietudes que despiertan del sueño.
Sí cae, para romper lo cotidiano, lo ralo, lo superfluo.
Poco a poco encajan las piezas que modelaste con amor, se dilata todo lo bueno.
El pozo alimenta las flores que crecen a cientos, como un campo de amapolas, en cualquier primavera soñada.

Entra la luna en la gruta de tu corazón recolocando, amasando y tiemblas de amor.
Se fusionan tus antiguas luchas y tus flancos y costados respiran revestidos de un nuevo animo.
A la llama que te recorre le gusta la pasión encendida, sabe que no hay freno, cuando se enciende un corazón.
Sencillo es lo más amado, no puede haber doblez, no puede haber intrigas, solo brotes de fe.
Como ves, lo imaginaste y lo hiciste, los fantasmas no pudieron con la luz de la luna saliendo por tu espalda.

Se recomponen las flores tras la fuerte lluvia, mirando al Sol extasiadas por su amor.
La vida se eleva de nuevo inspiradora, agradecida, elegante, con multitud de gajos por probar.
Cantan los pájaros en el alféizar cautivados, al descubrir la serenidad pasmosa de la vida regalada.
Embriagadas sus gargantas, animan al resto a descubrir ese haz de luz que atraviesa el universo.
Las piedras hablan en esta escena no están muertas, saben del latir de la tierra.
Las espinas caen, las caricias vuelan y en la batalla de dentro se rompen las cadenas.