SIGNOS

Signos escondidos en las olas, con múltiples formas, con dibujos sesgados, otros unidos sin aparente razón pero vislumbrando entre todos ellos al fondo un horizonte de luces, con brillos de colores esmeralda.

Ondas profundas de tu pelo y de tu corazón subiendo y bajando por esas mareas que te llevan a la orilla para después volver al profundo mar, donde un silencio infinito te invade, hablando más que las palabras.

Transformación

Eres un árbol, caen las hojas marchitas en un verano, por un camino, con las botas impregnadas del polvo, que en cada pisada se hunden y levantan, como el impulso del corazón, la naturaleza te envuelve en una ceguera verde, marrón y azul.

Te conviertes en multitud de personajes , eres el lobo que persigue a las ovejas de tus pensamientos tan quietos, que el simple movimiento del viento los hace perderse en el camino, caer al suelo para que nazcan otros nuevos, verdes, frescos y radiantes como el sol que entra por la ventana del descanso de tu habitación. Eres el río que corre profundo en tu interior con los peces que a horcajadas nadan hacia el mar inmenso. Nubes de cortinas que reconocen claro oscuros, que toman formas distintas, contándote, diciendote, amándote y relámpagos deshaciéndolas en mil pedazos para crear infinitos hilos de gotas limpiándote, refrescando tu coronilla, para que veas el sol, por fuera o ¿es por dentro? … árbol, naturaleza, transformación, siempre eres, vida, luz, amor.

Mar, cielo y tierra

En la espesura de las olas se deshace la espuma en tu cara limpiando las entradas y salidas de las cuevas del corazón y de la cabeza, dejando entrar agua limpia y saliendo con prisa arena estancada, inservible, embotada por el tiempo que desaparece ante tanta belleza.

Tus ojos salados son de mar, cielo y tierra y cuando los caminos se encuentran en un instante único, una cortina de agua reblandece los duros momentos y entra la luz. Por ella a través de las ondas, en un arduo trabajo pero con un fin inédito, buscas tus destellos dormidos.

Caracolas ensortijadas por tu cuerpo elevan sonidos, rugen las olas y el latido del corazón se une al compás encontrado del mar. Eres el agua del río que corre hacia él, hacia la victoria merecida y gloriosa, como una ola gigante que puede con todo.