Brotes verdes en la mente, cuando respiras y el instante se adorna de paz, cuando el cielo se ilumina de estrellas y con la luna iluminan el bosque más oscuro.
Sortilegios en cadena crecen de debajo de las piedras, runas ancestrales cantando al viento y tu sonrisa enciende nuevas estancias por pisar.
Eres un azmicle de los mas bellos hilos que unen el cielo y la tierra, el mar y el viento, cerrando círculos.
Creces tantas veces de reveses, de vueltas, de todo lo que queda por descubrir.
Por las cosas más insignificantes, vuelas hacia el sol y renaces siempre en el ave fénix de la vida, abierto en tu espalda a los cuatro costados.

Bello impulso que late inconsciente desde milenios y sale a la luz.
Que impregna de amor los rincones más escondidos, llegando como olas, invadiendo las zonas más áridas.
Crecen campos de amapolas que despiertan a los ojos dormidos con su efímera belleza y la luz entre las espigas hace soñar.
Increíble vida, el cielo alinea los astros, envolviendo en su afán la verdad, que es tan libre que danza a tu alrededor.
Y cae una lluvia intensa, que todo lo limpia para crecer hacia el interior del bosque, de la montaña, donde eres solo tú.

Flirteos en el cielo de las mariposas que están en el estómago buscando la salida hacia un reto.
Entre las nubes, bocados de nata y el dulce dibuja estelas que los ojos miran, esperando que se impliquen los actores en la escena.
Reverberan pasados momentos, son la chispa que se enciende como en los cuentos.
Lo importante los ojos, que se dicen tanto, que buscan la fuerza que los impulsa a mirarse, a quererse, a saber más.
El cielo azul en sus manos de alfombra, parando el viento y el sentimiento de las pestañas cerradas que perciben todo y sonríen al ser besadas, en un presente que deja escapar los fantasmas.
Si tu quieres, yo quiero y empezamos de nuevo.