Estrella que caes en picado al pozo del corazón iluminando la noche.
Ahuyentando la oscuridad con tu luz amorosa, en los momentos que se debate la balanza, con tal humildad que te seguirían al fin del mundo.
Imponente levantas el viento en la calurosa noche haciendo tambalear las piedras que tapan el muro.
Ese creado de pasado pasado, que se aprende ahora devolviéndolo tras dejar atrás su turno.
Refulges tan dentro que todas las noches esperan verte ojos que buscan traspasar lo obsoleto e innecesario.
Iluminas el mundo, encendiendo el motor de lo insondable.
Enciendes la efigie tatuada, escondida en el lugar mas recóndito y la belleza crece como un geyser.
Estrella tatuada en mi pecho.

En el cielo una acuarela de fogata ardiendo provocando mil versos, que son colores escondidos tras los sueños.
Maravillosa naturaleza enseñando lo que late tan fuerte en el corazón, lo que te hace grande, creando alas en las piedras inmóviles.
Hogueras en las gargantas que claman justicia con flores en su cabeza y manos, otra acuarela en un suelo de pisadas.
Ahora se mezclan cielo y suelo creciendo la vida totalmente enardecida por darse sin pensar.
Los ojos que ven graban la escena encendiendo ese fuego, con el que se despierta el mas dormido hueso.
Valientes manos se entrelazan haciendo un mundo más bello y bueno, haciendo temblar cimientos.

En el deseo trastabillado de incesantes caídas, nace un milagro la esperanza tras el desierto.
Están incólumes las raíces y a través de ellas circulan verdades, que llegan hasta las cabezas más cerradas abriendo senderos.
Las barricadas de oscuridad tiemblan de ver llegar esa magistral fuerza que arranca hasta el óxido más pegado.
En el firmamento entre las nubes se escribe un nuevo destino lleno de matices apasionados.
Se manifiestan intuitivas salidas por los caminos que aún cortados invaden los terrenos del corazón.
Labras la tierra y entre los huecos el aire te susurra atrevido la canción, que despierta lo intrínseco de tu interior.
Hay una mariposa entre los campos que vuela libre con la intuición de la victoria.

Arde un mar de sensaciones cuando la vida inspira cielo azul y flores.
Cuando se enciende poco a poco la luz y espontáneamente te besan la frente, tocando tu corazón.
Tiemblas de emoción al verte explorando todos esos anhelos que guardabas bajo mil mares.
Sí, tú has creado este dulce despertar por ver sin lentes rayadas, un paraíso de paz.
Has atendido al momento, abrazando el pasado para dejarlo marchar, entregado sin envoltorio a la marea.
En la lejanía el sol te espera, ahora llevas encendidas antorchas en tus manos que quieren acariciar el dolor y solo amar.

Tiembla la tierra con tus pisadas eres el espíritu que retoza libre.
Añadiendo a veces quijotescas escenas, ya se sabe que la vida no se sabe a veces por donde anda.
Aun con brújula se pisa cieno en algunos momentos, para recuperarse y batir las alas.
Cae la lluvia y sale el sol con el arcoiris de diadema en tu corazón.
En las noches oscuras ves diamantes en el cielo y te salvas, tan libre como al principio.
Te pica la curiosidad, arde en ti un fuego que en la calma te alumbra.
Asomándose las pestañas de tus sueños ya cantan la victoria y se ensancha el alma con tanta gloria.
Rompes los goznes de las puertas cerradas con la pasión de tu bandera en alza…¿será el amor?…

Se vislumbran notas de paz en los corazones que se ponen el universo por montera.
Repica en el viento un sonar distinto y cierto, como la tierra se deja empapar de lluvia, oliendo a vida por doquier.
Tupidos árboles claman con sus hojas el arte de vivir zapateando el día, removiendo corazones que caen en dominó.
Fluyen los ríos y manantiales por dentro reverberando ideas y sentimientos.
Tus ojos con los míos en lo cierto bailan en esta noche de ensueño volcando luz en algún pozo negro.
Y el guiño es inmenso colándose, dándose al instante único, parando el tiempo.

Cruzan por el cielo estelas que hacen creer que es posible lo imposible.
Que crecen alas por decenas cuando crees y sonríe tan fácil la vida.
Sólo crees…, desapareciendo obstáculos de los precipicios inventados, naciendo amapolas en los campos, atrás a la espalda.
Te elevas, despegas y cantas a las nubes, descansando en ellas, rozando el cielo al convertir el cardo en fresa.
Estrellas fugaces en tus manos te llevan hacia esa esperanza que crece, por encima de las rocas más duras.
Aglutinando esfuerzos, rozas la belleza y ya no puedes parar.

Emergen olas cambiando la acuarela de la vida, agua salada y cristalina, con las caracolas susurrando las verdades que palpitan tan dentro.
Un hilo elevado al cielo es el impulso que empieza el camino.
Cada día es distinto, con nuevos matices que te hacen libre, dejando atrás la sal del mar pero que en tus batallas quedo dentro.
Aprendiendo de todo lo que tamizas, con el jugo de lo que importa, de lo que hace un instante doblegar a la prisa.
Y contigo el viento se ríe, aflojando los músculos al ver alejarse al huracán.
Olas que vuelven y van mostrando nuevas formas, nuevas rutas que explorar.

Semillas latentes naciendo aún con un inclemente tiempo.
No importa cuando el latido va más allá y cruza barreras infranqueables, elevando a los sueños que van colgados de su cuello.
Reverberan las flores que pintan con su color el abanico tuyo entero.
Suenan campanas que tocan el cielo, cuando se cruzan los vestigios que enlazan tantas señales.
El paraíso aparece sin más, tan victorioso como intocable.
Hay fiesta por la belleza del momento, que regala sus calientes rayos y te hace merodear por el cielo.
Sabes volar y no tienes alas, será que la pasión rodea el instante y entonces la risa crece como un geyser, hasta el infinito.

La lluvia canta su canción única y eterna, donde cae hay un beso.
Nada es desapercibido por ella, envuelve y moja a la atención que la mira encantada, viendo sus ganas.
La sequía del alma ahora está empapada de gotas amorosas y crecen robustos árboles en las encrucijadas, divisando el camino.
Su fruto es infinito y no acaba, llegando al fondo, a la raíz, que es la esencia que embarga todo de este olor a tierra mojada y mágica.
Despierta todo, esta lluvia libre, escucha y al fondo se oye el tambor de lo imposible, hecho.