Sientes el desperezo de la naturaleza que palpita en tu respiración y como una criatura más te unes a su concierto tan eterno y antiguo. Aportas a su cuidado la sensibilidad de la hierba y las flores que nacen vivas e inquietas en cada despertar de lluvia soñada.
Ves las nubes que cruzan el cielo que hablan su idioma y te das cuenta que tú puedes ser un grano de arena en este círculo infinito que alimenta la vida, al notar que tu corazón late en paz cuando te unes a las señales de esta magnífica orquesta, que se escucha en cada amanecer y que hoy se descubre bella y latente ante ti.
Así canta un pájaro en tu alféizar que te despierta y sonríes por entender su precioso canto.
