Guindas en el corazón,
azúcar de besos, escudos caídos.
Algodón de nubes, mar en calma, brillo en los ojos.
Infinitud soñada, mirando de frente, invitando, amando este hueco hecho de amor.
Refrescando la verdad latente que emerge como una diosa.
Sudor de vida y alegría, de henchidos latidos de pulular divino.
A voz en grito renace el soñar blandido a fuego, con espigas que darán su pan.
Lo postergado por falta de tiempo, por inconexión descentrada desaparece, se difumina en un pasado que ya no existe.
Poder infinito entre nuestros ojos que ven caer gotas de rocío hasta en el atardecer.

Capas de un film pasado incrustadas en los bordes, que se limpian con gracia un día como hoy.
Y dibujas con tus ojos en el cielo un templo donde guardas el tesoro cuya llave cuelga de un cedro.
Se mece la escena, con las nubes haciendo ondas, en un cielo azul.
Sopla un viento prolifero y cae la llave a tierra, tocando al corazón.
No hay prisa, espera…,siente el retumbar, siente el viento en tu cara y tu respiración hablar.
Llave mecida entre nubes, cayendo intrépida, abriendo el corazón de par en par.
Prodigios que aparecen como cuando el gusano de pronto un día vuela como mariposa.

En un despertar titánico, donde todo se vuelve bello, hasta las raspaduras por caídas engrandeciendo lo pequeño.
Se abren cielos nuevos con nubes de pensamientos que saltan emocionados y vivos correteando como niños.
No son replicantes, son tan auténticos que crean fuegos alrededor de la inercia.
Su lava recorre imparable las montañas del corazón que late alegre por esta invasión.
Que deshace el esternón del desanimo y con el sol en la nuca, sientes un sol interior.
Importante cambio acumulado y arrullado por la nueva versión que cantas.

Hundiéndome, en lo profundo de tu ser, nacen como aluviones intrépidas fuerzas.
Tantas verdades plantadas con infinitas raíces que quieren emerger y salir.
Y un fuerte viento expulsando lo inerte y lo zafio.
Sube el nivel de lo necesario que renace por piedras y guijarros.
El viento limpia tu ser y cuaja razones que aman todo en ti.
Esa calma capaz de ver los entresijos donde crecen las flores, donde cantan los pájaros de tu cabeza.
Impresiona nacer de nuevo y dar lo mejor de ti.

Un sufragio en el corazón que susurra canciones inéditas.
Jeroglíficos impregnan la cabeza dando rienda suelta a la imaginación que siempre eleva el ánimo.
Ganando siempre la vida cuando se sonríe abriendo ventanas antes cerradas, hasta cuando es tontamente y cuando te mueres de risa.
No más parálisis de cegueras internas, si el sol brilla el suave devaneo del corazón todo lo puede.
Así esta noche estelas cruzan el pecho iluminando el mar tranquilo donde crece tu poder infinito.

Una ilusión pegada a los oídos que es la melodía del corazón.
Un boomerang que vuelve siempre a despertar con más fuerza si cabe.
Jaleo de vida desperezándose en aluviones de olas que desgranan los acertijos.
Tocando hondo en el lugar anclado.
Invadiendo lo inevitable para avanzar por inhóspitos lugares, que agitan las fuerzas convirtiendo los débiles tintineos en fuertes campanadas que laten y laten.
Abrazos de sal que cierran y abren heridas, para crecer y así volar a la montaña que siempre emana amor a raudales.

Me ahogo con las olas que mueven tu trajín en mi corazón enarbolando fuegos como antorchas.
Igual que me ahogo cuando alcanzo la respiración me llenas de vida.
Un ciclón eres, que recompone las heridas marcadas de otras épocas.
Misceláneas hierven dando lugar a nuevos vergeles que crecen frondosos despertando la ilusión.
A veces efímera pero otras veces transparente de auténtica.
Esta vida tallada al día con cada pliegue aumenta mi amor.
Sonrisas, risas y jacarandas en flor me elevan hacia el fenix anhelado y sabido.

Rayos dentro encendiendo lugares inexplorados donde un volcán irrumpe con esa fuerza interior que todo lo puede.
Se iguala la balanza en el equilibrio que pende de un hilo.
Un lado u otro ¡que más da!
Aprender de las minúsculas piedras y de las mas altas montañas socavando el pozo de la vida.
Si increíble, bella e intensa aún en la dificultad que muestra al amor cierto y entierra lo gastado para empezar.

Un caparazón a romper entre mazmorras donde se encierra el fuego ardiente, que quiere salir en volandas hacia su destino.
Una intrigante verdad que se cuela por las grietas, que propina rayos en la oscuridad.
La obstinación oxidada muere para dejar paso a los pájaros que beben agua del manantial.
Allí al fondo donde no se ocurre mirar, hay miles de amapolas en concierto que tranquilamente cantan y el campo extasiado en su paz está.
Si oyes ese magma cantar muy pronto las amapolas te abrazarán contándote un efímero despertar.

Inmensidad en el cielo, nubes siempre nuevas renaciendo.
Conformando figuras, engranajes y las historias que la cabeza quiera.
Cielo libre visitado en cualquier segundo para dejar volar el espíritu, para parar al corazón desenfrenado.
Fluyes con los pensamientos hasta él, enajena el azul y el arcoiris aparece diciendo que hay tantos colores, como vida por ti corriendo.
Que este instante es el único, el más bello, por ser como una hormiga en el universo.
En lo pequeño siempre crece el cielo dentro.
Y en el cielo se desvelan los secretos descifrados por los ojos atentos.
Algunas nubes como erizos pinchan para avanzar hacia la mejor posibilidad.