Un caparazón a romper entre mazmorras donde se encierra el fuego ardiente, que quiere salir en volandas hacia su destino.
Una intrigante verdad que se cuela por las grietas, que propina rayos en la oscuridad.
La obstinación oxidada muere para dejar paso a los pájaros que beben agua del manantial.
Allí al fondo donde no se ocurre mirar, hay miles de amapolas en concierto que tranquilamente cantan y el campo extasiado en su paz está.
Si oyes ese magma cantar muy pronto las amapolas te abrazarán contándote un efímero despertar.