La lluvia canta su canción única y eterna, donde cae hay un beso.
Nada es desapercibido por ella, envuelve y moja a la atención que la mira encantada, viendo sus ganas.
La sequía del alma ahora está empapada de gotas amorosas y crecen robustos árboles en las encrucijadas, divisando el camino.
Su fruto es infinito y no acaba, llegando al fondo, a la raíz, que es la esencia que embarga todo de este olor a tierra mojada y mágica.
Despierta todo, esta lluvia libre, escucha y al fondo se oye el tambor de lo imposible, hecho.