Se descifra en el cielo, fuego de auroras boreales, que laten girando para hacerse ver, en la oscuridad de la noche.
Son ráfagas que caen a tus pies, señalando precoces anhelos, que solo necesitaban esa chispa de fuego, en el firmamento.
Ligeros se levantan con ganas de correr y andar, de sudar el alma.
Sueñas en esta noche, que los bosques, que se entrecruzan en tus entrañas, te elevan hacia la montaña, donde arde el secreto, con el fuego, en esta noche soñada y el poder te embarga.

Hay una esencia perenne, que te persigue al despertar, que está en la luz del sol chocando en tus ojos al amanecer.
Que te recorre intensamente, que rodea tus flancos, que se amasa en ti y quiere salir.
Déjate llevar, castiga al miedo, húndelo fuera de ti, para llegar al cielo, que tan fuerte late detrás de tu espalda.
Ese pájaro que te canta por la mañana, tan irreverente, te pía esa música bordada en tus talones.
Bailando, poseído de vida aunque descalzo, revolucionas la tierra, das al sol lo que amas.
Y si es amor todo se transforma y cambia.

Recovecos en el cielo del amanecer eterno e interno, girando para ser atrapado por los ojos bellos.
Rastreando las llamaradas que palpitan humeando lo intangible, lo que corre tan libre por tu bosque, por tu cielo.
Debes saltar, para ver las estrellas de tu universo, con tanta luz la oscuridad cae al suelo.
La emoción cabalga sin freno y va directa a tu corazón que espera el choque, para con las gotas de lluvia, regar todo lo que se fragua y vierte en el pozo de tus sueños.
Los relámpagos que caen ven y cruzan senderos que te llevan al cielo.

Ya no aprietan las cadenas, se derrumban dentro de ti, de puro viejas.
Mientras caen una brisa fresca y nueva te rodea, contándote que la vida es bella, por lo interesante, impredecible y fugaz.
Si al observar pudiste ver tu estrella, derribando las trincheras que te separaban de tu esencia, puede que esté preludio te empuje a tu meta.
A veces no sabes cuál es y otras te quema, cuando estás cerca de los entresijos, todo cae por su cuenta.
Siempre en lo hondo crecen primaveras.

Amor amado, tan intenso que revolucionas mis células, expandiéndose al espacio.
Si los postigos de tus manos, me alcanzan, hasta las motas de polvo paran.
Tu aliento en mi cuello me lleva a una ensenada, donde se cortocircuitan mis cables, donde tus ojos desnudan todo.
Mi estómago estalla en fuegos artificiales, hay fallas en mi playa y tu me esperas en la orilla.
Es un sueño el amor, es esa canción que se repite como las olas en mi corazón.

Resplandeces limpio y mojado con esta lluvia que cae en tu corazón y se lleva lo malo.
Anades cruzan el cielo formando una escuadrilla perfecta con un mensaje al viento.
El crisol donde se funde tu ser da tantos colores, algunos desconocidos, totalmente tuyos y artesanos.
Templas tus manos creando un mundo soñado.
La lluvia te refrescó para pintar la obra, que abrasa tus campos.

Llega lo nuevo con una fuerza intensa y única, como caen las estrellas fugaces y las gotas del rocío.
Se pierden en las cloacas las bilis atragantadas, absurdas y vanas que no dejaban salir a los pálpitos del alma.
Sí, tu sonrisa es el despertar de las olas en la playa, que baña tus intensas ganas de darle a la vida luces.
Esas luces que se escapan cuando todo es claro y pasa libre de cargas imaginadas e irreales, por ser inventadas.
Renaces con esta luz de luces, abrazando la noche.

Canta el viento en tu mejilla, salazones de la vida.
Queriendo atrapar mariposas de colores que vuelan con afán a tu alrededor.
Cada una explica su razón, todas forman parte de tu universo interior.
No hay un solo color en la paleta del corazón, sino tantos como gotas de lluvia.
Y tus ojos brillan, con el aire que mueven esas pequeñas voladoras.
Despiertan la brisa, el coraje de tus pies y vuelas al sol.
Que una fuerza tan leve te eleve, impresiona.