Se esclarecen las sombras, se atan los nudos y aparecen prodigiosas estrellas por el cielo.
Se aligera el camino, se pierden las ruinas por donde el viento sopla para avivar el fuego latente.
Un sueño renace fuerte y espigado, de las llamas para encender antorchas.
Ellas alumbran los frentes por los que a veces te pierdes, para luego poder renacer.
No hay confusión, en la hoguera arde lo que no tenía valor.
Embebido de esa plenitud, tras el cautiverio, vuelas libre e infinito al sol.