Infinitas luces en tu mirada, que alumbran el despertar tras la batalla ganada.
Los miedos ajados y hastiados por el huracán de tu fuerza y vida fueron rodeados, para acabar con la gangrena y sus ácidas bilis.
La oscuridad desaparece con el brillo de tus ojos sabedores de la verdad.
La única, la verdadera, la más grande y real que es tu refugio en la intemperie, la que late tan dentro y hace vibrar al universo.
Tan cierta que te eleva por encima de todo lo que te aleja de la flor de loto, que está prendida en tu corazón y que se pasea alegre, rozando tus latidos.