Rozando el cielo aún con todas las visicitudes que a veces no te dejan volar, tú ahí como un relámpago queriendo llegar a las nubes.
Llegas con el ahínco fiel del corazón, para besar a la vida con tantos besos como días.
Has descubierto los huecos por donde circula un aire nuevo con el que te elevas hacia arriba y las acrobacias al igual que te despeinan, te resfrecan y tus resortes internos te levantan, te curan y animan.
En el horizonte un sueño, en la oscuridad una luz y en tu corazón un amor eterno, tan vivo como la selva de tus enfrentamientos.
Lianas que cruzan tu cuento, versos en las cortezas cayendo y se escucha el magistral suspiro del universo, inhalando estrellas, respirando en un “do” de pecho.
