Llama encendida que creces día a día sufragando las bondades de la vida, renaciendo del volcán donde nacen los suspiros, elevándote por los más peligrosos riscos.
Eres la libélula que se hace una con la flor, que recorre el río observada por el agua, mecida por el viento, semilla de todos los días.
Extasis de la respiración que deshace intrinculosos nudos del pasado que en este ahora, ya no existen, ya no están, ya no son.
Cambios del tempo que te llevan al tesoro, todo el dibujado en tu espalda en tu primer» son «que crepita en el silencio ¿lo oyes?