Relampagos fogoneando el corazón, inquiriendo el despertar, animando el dulce amanecer.
Una luz que arremete por todos los rincones, removiendo al precipicio a los ladinos miedos que caen ladera abajo, chocan y se hacen pequeños, diminutos y ya no están, ya no existen, ya no son.
Así crecen de inmediato unas semillas, que tenías escondidas hace milenios y un gigante grita en ti, que seas ese palpito del corazón que te hace ver el sol aunque haya tormenta.
Sí, tu ya sabes dar el paso, lo aprendes cada día y el arcoiris sale, cuando estás, cuando eres, cuando crees.
Que vida tan emocionante, la tuya ahora, en este instante único.