Hay un escalón donde las encrucijadas ya no lo son.
Donde te mueves libre como las mariposas y en los huecos por los que vuelan creces.
Donde todo es relativo y no tan importante, creces respirando el instante en el que se sufragan tus verdades que son tan universales, tan evidentes, tan ciertas que no entiendes como antes no supiste darte cuenta.
Que la vida transcurre y en tu despertar, la altura entre tus ojos y pies se eleva.
Sales sonriente tras la maleza y aprendes a plantar semillas nuevas que ya crecían, pero ahora encima las sientes.