Allí donde el corazón crece armonioso y no sufre sin razón, es donde hay que estar.
Allí donde eres el espíritu de la montaña, dónde el eco de los valles grita tú nombre despertándote.
Huele a jara y lavanda se divisa un cíelo azul, brillante que embriaga el bello instante.
No hay pasado, ni futuro, sólo el mejor ahora, allí donde la paz ilumina la montaña soñada.
Las formas se desploman, el viento se las lleva y tu bella desnudez impresiona, ahora, solo ahora.