Solo crecer en amor al infinito, por cualquier rincón, como las amapolas en el campo más perdido.
Haciendo desaparecer al tedio y la pereza abrazados en un bloque hacia el Ártico.
En sueños ocurre así, se traslada la lamina a este instante guiando al ciego al cielo azul.
Sintonizando la brisa del aire con el calor de la vida, despertando latidos nuevos que descubren una amalgama de sentires.
Si caen las murallas, el gigante se levanta y ve el mundo arrodillándose ante su infinita belleza, dibujando el mejor amanecer, con un sendero único e impoluto que aún nadie ha pisado.