Buscando el tesoro que resplandece tras el sol, que vive en ti desde el primer día.
Proclama verdad, por eso tus pies y brazos se dirigen hacia el, si no son distraídos por piedras de insatisfacción o lianas especulativas que les enrollen al pasar por algunas junglas, pero el tesoro palpita y palpita.
Despertando cantos que retumban muy dentro unificando partes que abrazándose dan lugar a nuevas amalgamas que vitalmente fascinan y son los diamantes que te vas encontrando muchos días.
Bebes de ríos intrépidos y salvajes un agua viva y fresca, para seguir caminando levantando polvo con tus pies a veces descalzos.
Aprendiendo de todo, amando las arrugas, los pliegues y charcos.