Taconean en tu interior fuerzas dispares, que suben y bajan guiadas por los pálpitos de tu corazón.
Melodías que te recorren formando fiestas y verbenas, cuando tu semblante sonríe al viento.
Salpican algunas lágrimas para ver con mas claridad el sol.
De los subterfugios salen preciosas flores de colores, que invaden como relámpagos tus rutas.
Se limpia el viento con tanta naturaleza, huele a eucalipto, a espliego y a un incienso restaurador.
Ese taconeo firme te eleva, te expande, cruzas así peligrosos mares y tierras.
La tormenta resuena y aprendes del instante, despertando al gigante.