Ascienden al firmamento las olas de tus mares, llegando a los más recónditos lugares.
Buscando pistas sobre lo que te hechiza y embarga, lo que te enloquece y atrapa.
Las algas de tu marejada se pegan en tu espalda, llenándote de verde esperanza, porque los goznes que te encerraban oxidados y podridos se los lleva el agua.
La sal te quema la cara y tus ojos lloran vislumbrando la playa, donde descansas.
Eres un feliz naufrago por conquistar tu alma, que de vez en cuando baja, pero sabe nadar y no tiene miedo a nada.