Fugaces intentos, dispersos, de controlar la lluvia que cae y al intenso cielo.
La tierra late y tu corazón con ella.
No se puede controlar, lo bello de los instantes pequeños que se escapan de tus dedos.
Sus filigranas descubren que todos los días naces y la vida te señala lo que tu quieras ver.
Puede ser una montaña ardua e imposible, solo cuando estás muy abajo, pero el cielo azul te llama hacia él.
En la cumbre, respiras esos olores de vida llena, de amor inundando tus tierras, de toda la diversidad, que te rodea, que siempre soñaste.
No eres plano, hay tantas dimensiones en ti, como quieras soñar.
En lo alto, te hallaste, lleno de paz.