Hay una estrella en el cielo que brilla eternamente en mi sueño.
Aunque la noche sea oscura y se oiga algún lamento, ella permanece firme en mi pensamiento.
Resplandece como el faro en el puerto, alumbrado para no llegar a las rocas que parten los huesos.
Tintinea el viento, ella no se mueve y me mira dentro.
Me cuenta que su luz está porque yo quiero, pues los ojos cerrados, es imposible que vean y hay ciegos con vista y ciegos que ven los secretos.
Esa estrella que toco con mi mano y beso, me transforma en lo que quiero.