Descubriendo mares, tan tuyos, escondidos en los más recónditos lugares, que estaban tapados por un lodo ajeno.
Las olas entre ese barro, no tenían el impulso de salir, espesas aprisionaban tu mente.
Unas manos rebuscando, removieron todos los cimientos, con suerte, el lodo se retiraba y las olas crecían, de tus mares más lejanos y de los más ardientes.
Ese impulso, hizo nacer en ti tesoros, que ahora flotan en tu superficie, esperando a ser descubiertos, por tus ojos si miras de frente y no te entretienes.
Son tantos, que lo mismo descubres a tu continente perdido, a ese latir exótico que te hace diferente.
En los arrecifes, bellos corales, palpitan, renaces como un geiser, salpicando con tus gotas otros lodos, para hacerlos transparentes.