Late el tambor con suave pasión, con emociones desdobladas, en un crisol.
Cada pálpito despierta en ti una luz, devorando la vida con su sal y azucarillos, sino no hay bálsamo, para el corazón.
No le consumas con telarañas, con alambradas, cercándolo y agotándolo, por no escuchar su son.
Tu eres la pieza del puzle, que encaja en la tierra, con un montón de pétalos que te acarician mientras tus raíces se hunden, por vivir el día a día, miles de aventuras, como si fuera la última.
El tiempo no existe y la vida nos embriaga y nos deja hacer, aunque a veces pensemos que no, pero al siguiente latido otra vez todo se pone en función.