En el fabuloso, intrincado y soberbio camino de la vida vas con el regalo que te dieron de tus cuentas al nacer.
A veces poseído y turbulento dejándote caer por ríos y aguas rápidas queriendo parar, para sanar cortes y heridas, otras te besa la tranquila paz del águila cruzando el valle, por el cauce de ese mismo río.
En la discordia de ambas caras de la moneda, te vas haciendo más fuerte, más ligero como si fueras un sabio con tu bola de cristal.
El águila y el río observan tu porte admirados por tu belleza.
Así hoy es un nuevo día, un amanecer con la luz tocando tus alas, volando libre, ilimitadamente alcanzando tus sueños los que ya conocías y los que surgen totalmente nuevos.
