Olas gigantes que te elevan y te dejan caer son la montaña rusa de tu cabeza, cuando busca decidir y entre el agua de esas olas late tu corazón, llamándote.
Tragas su sal por los ojos, la nariz y chocas contigo pero necesitas aire y vuelves a elevarte, lo tomas y las olas viéndote valiente te entregan a la orilla.
Allí descansas, tras la aventura de no saber si llegabas, pero aquí estás y por el agua del mar se pierden tus reacciones, tus idas y venidas.
Respiras y crecen en ti unas ganas de caminar que el hormigueo de tus píes es increíble, hay que empezar.
Pisas y la arena al hundirse en tus pies descalzos te cuenta secretos, que laten muy dentro de ti y entonces reconoces tu camino, el camino.