Crece el oleaje, embate el mar a las duras rocas y entra el agua por infinitud de huecos, refrescando y aliviando.
La sal pica de intenciones, que de posibilidades pasan a certezas, como diamantes en bruto.
Fluyes con el agua, te dejas llevar, no hay resistencia y ves nuevas rutas, idílicos parajes y un saber estar con la vida fresco, infinito, inmenso.
Puedes con todo, hay luz en tus más intrínsecos pensamientos, después de la ardua batalla.
Te reconcilias con tus menesteres, con tus formas, contigo principalmente.
Creces tras la fiebre y en la orilla con la marea baja ves el infinito mar ante ti.