Luces en lo alto, en el caminar del día y los píes se enfilan hacia el sol.
Un nuevo cosquilleo los mantiene encendidos y despiertos, exuberantes de pasión hacia un sueño limpísimo sufragado en el corazón.
Huellas impecablemente únicas, tan frescas que dibujan escenas oníricas siempre soñadas, allí dónde nadie puede entrar, donde los espejos reflejan esa versión no manipulada tan tuya.
Caen ante ti tantos muros que eres el aire, que se cuela por los entresijos y avanzas con tus píes enfilados al sol sorprendentemente hasta tu «Ítaca».