Tintinean nuevas y distintas campanillas en el corazón, melodías bellas que relucen por su fuerza y novedad, que consiguen despertar al dragón dormido durante décadas.
En el viento se oyen sonidos que encienden igualmente las semillas aletargadas, que encierran la inconmensurable energía de los latidos del corazón, cuya melodía es imparable.
Zumban en los oídos levantando vigas de hierro y rocas inmensas que entorpecían el camino, con solo respirar y mirar, al ver el paraíso, con el que el sol sonríe de emoción y se pega a tu espalda.