Se abren los candados en los que estaban encerrados, en baúles viejos y desvencijados, las madejas que te conforman.
Se abren ahora, descubriéndote, caminos que son limpios y llanos, donde antes todo estaba embarrado.
Esa brisa ligera que te embarga y te lleva a las estrellas, como si tuvieras alas.
Andas hacía dentro, no necesitas zapatos, ni zuecos, solo un silencio lento, colgando del tiempo.
Los rumores de tus cuitas bien los sabes, mejor tú, que la piedra que cayó mientras subías.
Tus madejas, con tus formas, con tus sueños casan a la perfección.
Y la lluvia te limpia, estrenando en ti gotas nuevas que despiertan las olas de un mar de plata.
Lo que estaba encerrado ahora flota en el agua, vuela en el viento y llegas al sol.