Tintinean las estrellas, mandándose mensajes entre ellas, desconcertando a los ojos que solo ven la noche oscura.
Ciegos están sino ven ese precioso brillo que hace soñar.
Ellas hacen disparos de luz a los corazones despiertos, que como un dominó cayendo a otros alumbran.
Descolocando, limpiando las telarañas que cubrían los templos.
En su fugacidad encendieron ese fuego eterno, que también tintinea en todos los corazones tocados y locos que viven el momento.