Montaña helada por cuyos riscos encuentran la paz los corazones atrevidos.
Tras la ladera vuela el halcón libre, enamorado de tus cumbres quisiera anidar en ellas.
En busca de un aire puro, de ese instante de aliento, donde sólo crecen las eternas fuerzas de los sueños anclados entre las rocas.
Caen los copos, en tus ojos y se despierta el volcán.
Se estremecen tus arroyos, cayendo por tu cuerpo entero, cuando lleguen abajo en los ojos del halcón todo quedará grabado.
El calor y el fuego enajenados por la montaña helada que ya no es tan fría, por tantas pisadas.