Tus ojos en mi espalda originando hordas, que no son más que batallas pasadas.
Crucigramas que empiezan y acaban aunque no encuentres las palabras.
Que aparente genialidad del viento, que cura los oídos cuando llegan susurros de voces, que despiertan al hada.
Una brecha en mi frente se abre, para recordar que solo el instante único y atento, flota.
Y el cielo azul de tus ojos ya no está en mi espalda, ahora me abraza con esa pasión esperada.
Se destilan tantos sabores, trenzados con nubes, recorriendo el universo, en este surrealista sueño de amor.
Que no acabe…, dice el corazón y de tanto sentir, no se piensa.