Enfilan cantos prodigiosos, despertando a los corazones dormidos y anestesiados.
Cubre el agua la amalgama de sensaciones, removiendo con sus rocas las entrañas.
El mar mece en su cuna, los sinsabores que se diluyen, rellenando con su fuerza de luna, todos los rincones.
Pasan las olas de la tormenta y llegan otras besando tu espalda.
Descubriendo la calma, que te acuna y abraza.