En el repecho del resplandor de tus ojos me refugio.
Se para el tiempo y no hay estación.
Huele a tierra mojada, a nubes de colores cayendo, a la alegría que se inyecta sin razón.
Las gotas despiertan una jauría proclive a la restauración, de todos los huecos vacíos, ahora encharcados de amor.
A la vida, al cielo, a los destellos del sol, que me devuelven siempre a tus ojos.