Cae la brújula en picado desde el cielo hasta el mar embravecido. Estalla el cristal que recubre los latidos, de esas manecillas que apuntaban al infinito.
Se queda al descubierto la carátula de los caminos, se mezclan los unos con los otros, la arena, el agua y la sal forman un nuevo compost.
Cae tu cuerpo en lo profundo, sin respiración, ni pulso, pero aparece un ángel que te abraza y vuelve a sonar la vida por todos tus subterfugios.
La brújula se rompió, pero hay un hilo que comunica el cielo y el mar, irrompible, tan tuyo.
Aprendiste que si caes, siempre hay un ángel contigo.