En los días radiantes de primavera, la sangre corre por tus venas, para desembocar al mar que anhelas.
Va fluida, constante, libre, hace nacer pétalos por todos los vericuetos.
Los más inaccesibles, también son adornados, todo sonríe con la vida naciendo a borbotones.
No sabías todas las flores y semillas que guardabas, de tal cantidad de variedades, que renuevan tu sangre, volviendo a nacer de nuevo.
Es un espectáculo de luces y sueños que tu creas, en esta estación, que te hace salir de tu caparazón.
Tu sangre, se acelera al saberse tan viva en ti, llevando una manta cosida de flores de esta primavera y de las todas las anteriores.
El campo de tu pecho desbordado de alegría, respira, canta y juega con la vida.
Es la dulce primavera, que siempre buscas y que siempre renace tras la nieve del invierno.