Caen los frutos del árbol, son regalos de la tierra.
Su dulce sabor, hace guiñar el ojo a la vida, en todo su alrededor.
Si me cuentas que tus raíces, dieron fresas con el sol, a lo mejor las mías necesitan del injerto de tu amor.
No importa dar otro fruto que no es el que esperaba el camaleón, lo que importa es ser el funambulista, en tu árbol, que si cae de bruces, despierta del golpe, con otros frutos que no conocía.
Así, buscando en los surcos de la tierra plantas tu razón, que como un eco palpita fuerte, dando caléndulas de amor.
La primavera arrebata todo y tú naciste en su esplendor.