En el tic tac de las horas, el anverso y el reverso de tu corazón intenta alienarse, para concentrarse en sus latidos que tanto dicen.
Montañas picudas lanzando mensajes a diestro y siniestro.
Entre las pisadas de las hojas del suelo hay huellas pintadas, seguir su rastro significa adentrarte, ver pistas, buscar postigos que abren los goznes de puertas pesadas.
Abrir espacios, cerrar heridas, avanzar erguidos, en pie, descalzos, por un campo de lavandas perfumadas.
De la mano, al unísono, juntos, abriendo fronteras, jugando a ser niños y el tiempo se detiene, no existe, lo burlaste.
