Hay un hilo allí perdido que se desvincula del resto y se enhebra cerca de sitios distintos, hasta ahora desconocidos buscando otro impulso.
Es de otra madeja y ahora te das cuenta que está.
Es un mirar con otros ojos y ves cascadas de agua donde antes la tierra era yerma.
Es un sentir de latidos con la música de las hadas y duendes de tu profundo bosque que a veces te asusta, por no seguir lo predecible.
Una energía inmensa que te eleva hacia la montaña soñada, que de pronto pierde altura y ya no necesitas botas pesadas, solo tus pies descalzos, sintiendo el inmenso regalo de la vida al andar.