Galopan las olas locas de amor con un incesante romper, sintiéndose vivas en ese devenir.
Reflectan las incesantes perlas escondidas en los lugares más recónditos y que iluminan el semblante del océano.
Esa luz descubierta a horcajadas cuando caes al vacío de tu espacio.
En las olas se escucha el murmullo incesante de una canción, que está siempre tarareando el universo…
Con los oídos pegados al fragor, los ojos despiertan y los abrazos de las olas te enarbolan a la acción.
Ganas impulso, navegas al sol y no importa el calor, solo el tamborileo del corazón.
Dulce fragor que descose lo incierto, lo invadido y zafio.
Libre de ataduras el viento te eleva en las crestas de las olas, en busca de mas perlas.