Desafiantes fuerzas mueven tu mar provocando una tempestad, con olas enormes, que caen inmensas, para verte despertar.
La sal quema los ojos y todo gira sin parar, en esta marea que vomita lo innecesario, lo gastado de tan viejo y lo aburridamente pesado.
Las olas bajan su ímpetu, no quieren hacerte zozobrar, solo te rescatan de la inmovilidad y ves que puedes mover las montañas más arduas y hacerlas temblar.
Estas olas te hacen remar y nadar para llegar a la playa soñada.