El deshielo en tu cabeza flota por el lago de la incertidumbre, reacia a caer de un lado o de otro, hasta que llegue el momento del discernimiento.
El corazón cabalga desbocado, enardecido, con su latir, llevando vida allí donde el desierto monta dunas y detrás hay oasis para el anhelado descanso.
La carrera del corazón, le hace pensar a la cabeza que hay otros espacios, que no han sido aún colonizados.
Esperan ser descubiertos, rescatados, primero por la imaginación y luego por tus manos que se alzan al cielo, tocando lo eterno.
Guardas las flores del desierto que flotan en el lago, pero ya no hay dudas solo aciertos.